Desde pequeño solía odiar a los demás, jamás me detuve a pensar por qué, excepto por aquella razón que hacía acelerar a mi corazón, la misma por la que de pequeño me sentía triste con más de una ocasión.
Al superar el efecto bajo del cual estaba sujeto, mi guía, mi angel guardián, me llevó de la mano para encontrarme con quien soy en verdad, sin dejar rastro del camino que pisé ayer.
Jamás podré volver a pensar en lo terrible que era mi soledad, ni en mirar a las personas como frías paredes de una habitación congelada, porque con su ayuda, Él me enseñó a transmutar ese sentimiento frívolo hacia los demás... después de todo me abrí a la posibilidad de ver más allá, sin tener que juzgar sin antes conocer su vida con cierta seguridad.
El camino me ha dictado seguir como viento en popa, sin nada ni nadie que pueda detenerme, porque he visto el sol nacer ante mis ojos, desde el día en que te conocí y a través de ellos vi más allá de ti; tal como la luna, su claridad refleja por la noche, seria y malévola, en la oscuridad mi presencia haré brillar y alrededor de mi las estrellas bastarán para saber que no estoy solo, sino acompañado de su tiritar.
La vida es sencilla, fácil de distinguir, más allá de un no y un si, eres tu quien hace posible los sueños sin importar qué tan difícil o inalcanzables lleguen a ser, siempre estará en alto la última decisión que cambiará por completo tu dirección que se abrirá paso en este mundo imperfecto.
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