Sin haberlo sabido, a las puertas de tu hogar me adentré, entre pasillos solitarios y cuartos abandonados, parte de tu familia me volví, para quedarme en tus sueños con un final feliz. Jamás pensé en ser tu guía, tu hermano de corazón, el mismo que se preocupa y quiere de ti lo mejor, el mismo que me cuida y protege de toda mala intervención a mi mundo frágil de amor.
"Si en mi interior tus ojos pudieran ver lo cálido que soy cuando a tu lado yo estoy, sabrías que eres la persona que necesito para sobrevivir en este mundo deteriorado por el odio y el rencor."
Tan cercano a mi te volviste que mis días de tristeza y soledad se fueron por un tragaluz, a un lugar donde ni yo me atrevería caminar, porque es en tu alma de caballero occidental, donde mis penas, con tu katana magistral, combates día a día, y de tus consejos budistas, que elevan mi espíritu hacia el mismo cielo sobre el mar.
Nadie como tu me ha hecho sentir así, con alguien especial con quien charlar, de nuestras historias aprender a reflexionar, de un audífono una canción escuchar, entre clases a lado de uno estar y abrazarnos cuando más nos necesitamos, porque eso hacen los hermanos, indispensables y locos de atar, juntos entre sueños navegar y de días sin fin... ¡por siempre disfrutar!
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