Hace años atrás que rompí el cascarón, de una grieta, quebré el exterior de mi armazón, y aprendí a decirte mamá, y por más indefenso que yo fuera, siempre juré pelear por ti, honrarte y amarte.
Estos días han sido algo distintos comparados con aquellos... todo es amor, ese dulce sabor materno que me cobijaba y hacía sentir seguro, de un momento a otro voló, y no es que la haya dejado de querer, ¡Eso nunca!... es sólo que, a mis diecinueve años, uno quiere más libertad, caminar a su ritmo, no ser un bebé de por vida, y aprender a decir sí o no, porque son las mismas decisiones que nos llevan a determinar lo que queremos y necesitamos, lo que nos disgusta y nos hace ser mejores.
De momento me puedo desesperar, me puedo enojar o simplemente notarme inusual, las cosas han cambiado, puedo caminar, y las palabras de mi boca poder cantar, inclusive hasta repetirlas de revés; puedo elegir mis gustos, así sean los más absurdos o menos comunes, pero sé lo que me gusta y lo que no, sin depender de la opinión de los demás, de una decisión que alguien más pudiera tomar más que yo. Ya no tomo leche tibia de la que en un biberón tomaba, el café se ha vuelto una delicia que ahora disfruto con más gusto... las prendas térmicas me mantenían calientito cuando de frío se trataba, ahora uso mi chaqueta de cuero negra cada que hay un evento importante o por las mañana me dirijo a la facultad, los peluches que una vez tuve, por hoy sólo un recuerdo son de lo que mi niñez fue, de lo hermoso que era abrazarlos y tener un amigo que te acompañara aún cuando las luces de la habitación se apagaran, hoy paso tiempo con mis amigos en el cine y en la facultad, todos igual de divertidos, igual de geniales, con quienes me río, paso el tiempo y considero hasta hermanos.
La vida me ha asentado distinta a partir de los dieciocho, mis padres me quieren para ellos, me protegen demasiado, como si de ellos para toda la vida dependiera, lamentablemente no será así, pero un poco de libertad expuesta puede hacerme bien, reconocer mis rutas y maneras de ver la vida, mis elecciones y marcar mis errores.
He crecido y con ello mi mentalidad y espíritu, sé que he cometido errores, que no soy auto suficiente del todo, que necesito de un hogar para subsistir, pero más que un hogar, es el alma de personas confidentes, certeras y verdaderas como lo son mis padres, sé que gracias a ellos soy el presente que me ha identificado y permitido ser quien soy.
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