Si me detuviera a pensar, por siquiera un momento, con sinceridad diría que la vida es todo un reto que día con día se lucha por dominar o se trata de controlar.
Son esos pequeños detalles que hacen de nuestro existir un rato ameno o un trago amargo, dependiendo de cómo queramos vivir en esta escuela de breve estadía llena de conocimientos y lecciones que ponen en jaque nuestra forma de actuar y hasta el modo de tratar a los demás.
Durante este tiempo se nos van atravezando obstáculos que debemos de esquivar, al mismo tiempo que hacen acto de aparición personas con quien contar, llámense familia, amigos o ángeles que hacen de nuestro curso el más agradable y certero porsible, pero que sin duda alguna no nos dejarán caer, sino que al contrario, nos ayudarán a levantar y saber enmendar nuestros errores.
Uno nunca sabe de cuantas maneras se aprecia este mundo, ni mucho menos qué tan predecible puede llegar a ser, es un libro viejo que encierra en cada hoja pasajes y misterios por revelar pero que de alguna u otra forma llega a ser bastante sorprendente como catastrófico a la vez.
Es el primer beso que nace de un impulso inmediato o no planeado, que a su vez procede a la primer cita hasta los ojos mirar con el simple hecho de perderse en la intimidad de las sombras y la noche su cómplice será, dando lugar a una pequeña semilla que en un vientre se encubará y nacerá, lista para mostrarse ante la vida misma, formando parte de una sociedad que esta esperando hacerla añicos o enfrentarla cara a cara y saber que puede dominarla o dejarse tragar por sus temores.
Todo en esta vida puede llegar a ser, transformarse, inclusive puede llegar a ser ostigante, más sin embargo todo aquel que opine qué es la vida se topará con una serie de experiencias, ideas que nacen de una simple pregunta, de dónde vengo y para qué soy bueno.
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